Un mes atrás, la copa América comenzaba, y el fútbol con esa histeria que nos alcanza una y otra vez nos llenaba de polémica. Esta vez el pato de la boda fue Messi que luego de un empate, recibió los primeros silbidos de su historia. Claro, en su tierra.
La polémica nació, fecunda para todos los periodistas, terapéutica para todos los argentinos, curiosa para el resto del mundo, y Onlinebaires tocó el tema, en forma de carta literaria que aludía a una Argentina que no hace las cosas bien, y trata de salvar las papas con algún genio individual. Y si las cosas, como suele suceder, no salen bien, entonces ya tiene su chivo expiatorio.
Hay que reconocer que la carta no era nada del otro mundo, pero la vida, y las letras, siempre dan sorpresas. La redacción en pleno de Onlinebaires asistió sorprendida al crecimiento progresivo e incesante de lectores. La carta fue repicando, como tantas cosas buenas y malas, por Internet. Primero en un sitio, luego en otro. Se tradujo al inglés, húngaro, al hebreo… Se trasladó a más de cien sitios.
Por último pasó lo impensable: el sitio oficial de Messi negó que el astro fuera el autor de la carta. ¿Qué había sucedido? Lo que había surgido como un artículo, con el correr de los repiques informáticos había perdido el autor, y la carta pasaba por ser un mensaje de Messi.
Es cierto, la carta se prestaba de algún modo, a la confusión. Pero , a poco que se la veía, se notaba que era una carta literaria. Llevaba otra firma.
Con la desmentida del sitio de Messi, la carta prosiguió su periplo, y recaló en Yahoo Argentina, que sin mirar las fuentes, la sindicó de “carta falsa”. ¿Para qué seguir con la historia y recordar que, gracias a muchos reclamos de amigos, Onlinebaires terminó de portada de Yahoo?
Es cierto, muchos lectores creyeron que era de Mess.
Pero la mayoría insistía en que no importaba el autor sino que servía para reflexionar. ¿Sobre qué?
Sobre una sociedad de mediocres, me duele escribir esto a mí el primero de los mediocres, que mira con envidia a quienes son distintos y son mejores. A quienes sólo se dedican a lo que saben.
Un deportista, un científico, un escritor, un pensador, tienen una cosa en común: todos ellos se levantan muy, muy temprano, para hacer lo que saben. Uno entrena, uno experimenta, uno escribe, uno investiga. Hacen lo que saben que tienen que hacer, con independencia de lo que los demás piensan.
Messi juega. Los demás hablan. Nadie organiza. Todos sufrimos. De eso se trataba.
Pero claro, nadie imaginaba el número de lectores. Uno, dos, cuatro millones. ¿Quién sabe cuántos leerán la carta?
Me queda la reflexión de que nada de lo que escriba será leído por tantas personas. Ningún tema que toque, ningún libro, rozará esos números. Me consuela pensar que quizás haya rozado una herida nacional. La historia de la carta de Messi OnlineBaires.com