Bueno acá estamos. Con el mate a mi costado y la cabeza fresca me dispongo a empezar. ¿De que hablamos?
Podría hablar de que se murió Kung Fu. Si, el actor de Kill Bill. David… ¿Carradine? Si. Podría escribir sobre eso… ¿Pero? Y… que no creo que a nadie le importe.
Hablar de política mejor no. Con esto de las candidaturas testimoniales no es serio. Es tan fácil pegarle al gobierno que se lo dejo a otro. Podría ponerme serio y escribir sobre el mundo de la arbitrariedad, y el dominio de la fuerza. Pero no deja de ser aburrido. Mejor escribo sobre otra cosa.
¿Sobre qué? Maldita página en blanco que se interpone una y otra vez.
A ver, caminemos un poco. La mañana se despereza sobre mi ventana pero no me larga ni una idea.
Maldita…
Me siento ante la página en blanco y maldigo al idiota que habló por primera vez del síndrome de la… ¿cómo lo pongo, si ya usé la frase? Bueno, del síndrome de la página en blanco. El hecho de que nada salga, habla de mi alma. No de mi técnica. ¿Eh? ¿De qué hablo?
¿Qué tiene que ver la literatura con la vida? No sé. A esta altura no sé. A lo sumo es un modo de gambetear la realidad. Marcela Serrano decía que la literatura sirve para burlar la realidad. Es cierto. En este caso sirve para eludir a la malvada página en blanco.
Escribir es un intento de pensar con precisión decía Bioy Casares. ¿Cómo era la cita? Maldita página en blanco que no me permite recordar…
“Escribir es agregar un cuarto a la casa de la vida. Está la vida y está pensar sobre la vida, que es otra manera de recorrerla intensamente. Escribir es un intento de pensar con precisión”.
Escribir es eludir la realidad. Pensar con precisión. Escribir es eludir la maldita página en blanco.
¿Y si escribo sobre la página en blanco? El tema es buenísimo. Tiene actualidad (hoy en plena crisis recesiva todos quieren escribir, y se encuentran con el problema), ayuda a la autoestima, y hasta nos puede hacer ganar alguno que otro peso. Bien por el tema: La página en blanco.
¿Y qué decir sobre este flagelo de la literatura? ¿Sobre esta infección del alma, que nos impide expresar nuestras ideas? Si no fuera por ella podríamos plasmar la inmensidad del alma en el acotado límite de la maldita, mil veces maldita, página en blanco. Podríamos describir la rosa (Stat rosa nomina pristina) de modo original, podríamos mostrar el mundo a través de nuestra aldea, podríamos derrotar a los tiranos a fuerza de palabras. Podríamos enamorar a las más hermosas (e inteligentes) mujeres del universo (vamos, digámoslo de una vez, ¿no es para eso que escribimos?). Podríamos ser mejores de lo que somos.
El tema es perfecto. Ahí vamos.
La página en blanco es… ufff. Nada. Empecemos otra vez.
Bueno acá estamos. ¿Se acuerdan de David Carradine? Se murió.
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